Hilda Cavazos habla de promesas que en México se custodian encerradas en espesas puertas. De ataúdes de colores de entierro. Hilda Cavazos habla de metales viejos y cosidos de autopsia.
. . . . . . Hilda Cavazos habla de puntos suspensivos y de viejas mortajas. De flores secas muertas, de cartas de amor borradas por el tiempo.
Hilda Cavazos habla una vez y otra de sudarios de mujeres que vinieron. Luego y siempre habla de nuevo de flores secas, y más flores secas que cuelgan boca abajo. De ancestros del pasado. De Méxicos atormentados imposibles e irreales.
Hilda Cavazos habla sin saberlo de Octavio paz y Juan Rulfo. De vírgenes mexicanas aburridas, de velas gastadas y cirios apagados. De ruinas de casas, de azulejos rotos. Un sol torpe y endeble, que en México solo ilumina sucio la masacre de una guerra.
A alguien se le escapa una lágrima Hilda Cavazos habla entonces, desde su maternidad, de camisetas de niños colgadas secándose, de flores vivas que nacen siempre del derrumbe del mundo.
Hilda Cavazos habla de frutas maduras, de duraznos y de aromas. De caricias de terciopelo. De sensualidad y de enamoramiento. De ausencias, del pecado de la carne. .. de frutas prohibidas.
Hilda Cavazos habla de una mujer mexicana resucitada, de corsets que vuelan amortajados. Siempre de mujeres veladas, de abismos repletos de sueños.
Hilda Cavazos habla de historias. y dice que no son suyas. Que esa voz que oímos no es la de ella. Mueve incrédula la cabeza, sonríe dulcemente, lo niega. No reconoce a sus muertos... Es verdad. Es México quien habla através de su boca. Lo hace como siempre, con silencios. Sin palabras.
Hilda Cavazos me mira atónita mientras le leo esto en su mirada sin gestos hay un reproche. Me dice que no, intenta contagiarme de su silencio que sin embargo tanto habla. Me mira para que no siga hablando, ni de su país ni de ella misma, ni con mis palabras ni con las suyas... Que si la pintora no quiere hablar, el escritor tampoco debe seguir haciéndolo. .. Insiste que no hable mas... La miro, le digo que no volveré a contar sus cosas, que no seguiré hablando. . . Dejo la pluma. Esta escrito. .. No hablare.
Javier Cerezo
Florencia, Italia Diciembre 1999
. . . . . . Hilda Cavazos habla de puntos suspensivos y de viejas mortajas. De flores secas muertas, de cartas de amor borradas por el tiempo.
Hilda Cavazos habla una vez y otra de sudarios de mujeres que vinieron. Luego y siempre habla de nuevo de flores secas, y más flores secas que cuelgan boca abajo. De ancestros del pasado. De Méxicos atormentados imposibles e irreales.
Hilda Cavazos habla sin saberlo de Octavio paz y Juan Rulfo. De vírgenes mexicanas aburridas, de velas gastadas y cirios apagados. De ruinas de casas, de azulejos rotos. Un sol torpe y endeble, que en México solo ilumina sucio la masacre de una guerra.
A alguien se le escapa una lágrima Hilda Cavazos habla entonces, desde su maternidad, de camisetas de niños colgadas secándose, de flores vivas que nacen siempre del derrumbe del mundo.
Hilda Cavazos habla de frutas maduras, de duraznos y de aromas. De caricias de terciopelo. De sensualidad y de enamoramiento. De ausencias, del pecado de la carne. .. de frutas prohibidas.
Hilda Cavazos habla de una mujer mexicana resucitada, de corsets que vuelan amortajados. Siempre de mujeres veladas, de abismos repletos de sueños.
Hilda Cavazos habla de historias. y dice que no son suyas. Que esa voz que oímos no es la de ella. Mueve incrédula la cabeza, sonríe dulcemente, lo niega. No reconoce a sus muertos... Es verdad. Es México quien habla através de su boca. Lo hace como siempre, con silencios. Sin palabras.
Hilda Cavazos me mira atónita mientras le leo esto en su mirada sin gestos hay un reproche. Me dice que no, intenta contagiarme de su silencio que sin embargo tanto habla. Me mira para que no siga hablando, ni de su país ni de ella misma, ni con mis palabras ni con las suyas... Que si la pintora no quiere hablar, el escritor tampoco debe seguir haciéndolo. .. Insiste que no hable mas... La miro, le digo que no volveré a contar sus cosas, que no seguiré hablando. . . Dejo la pluma. Esta escrito. .. No hablare.
Javier Cerezo
Florencia, Italia Diciembre 1999
Hilda Cavazos quien con una posición vigente, contemporánea nos presenta una interesante muestra de "arte objeto". Utilizando el método experimental construye sus cajas, partiendo del conocimiento de diversas técnicas vanguardistas como el collagge y el asamblagge que combina con el dibujo y la pintura. Subraya su plasticidad con logradas armonías de color.
El hilo conductor de sus piezas parece se la memoria, incluye en ellas objetos que despiertan en el espectador añoranzas y recuerdos; encajes, cintas, gasas, espejos, flores y hojas muertas; objetos de uso corriente, ajados, corroídos o rotos que incrementan su expresividad haciendo que sus cajas se conviertan en afiches donde se atesoran nostalgias, sueños y promesas mientras que el tiempo parece detenerse.
En su tríptico la sensualidad de la feminidad se hace presente en la imagen de su corset que insinúa la presencia o ausencia de una mujer. Sin embargo el romanticismo de esta pieza, toma un nuevo cariz, cuando los elementos dc esa prenda intima son segmentados en las caras posteriores por la pintora, permitiéndonos así nuevas lecturas. Dejando a nuestra imaginación la reconstrucción de la prenda y de su historia, con el creativo recurso del espejo hace que los planos de la realidad se confundan, introduce al observador al interior dc la obra y hace que su cuerpo forme parte dc la composición y dc la historia.
Los corsets nostálgicos símbolos de la voluptuosidad de la mujer, parecen escaparse de Las cajas y apoderarse delos lienzos donde quedan plasmados con rápidas pinceladas que le añaden sensación de movimiento y libertad. (En un lienzo de gran formato las flores secas de las cajas cobran vida y atrapan nuestra mirada entre las marañas de hojas y naturaleza.) En un interesante jugo de cuadrados de cálidos colores que aparentemente nos llevan a la abstracción, podemos descifrar una alucinante sucesión de imágenes que incita nuestra imaginación.
Rocío Castelo
El hilo conductor de sus piezas parece se la memoria, incluye en ellas objetos que despiertan en el espectador añoranzas y recuerdos; encajes, cintas, gasas, espejos, flores y hojas muertas; objetos de uso corriente, ajados, corroídos o rotos que incrementan su expresividad haciendo que sus cajas se conviertan en afiches donde se atesoran nostalgias, sueños y promesas mientras que el tiempo parece detenerse.
En su tríptico la sensualidad de la feminidad se hace presente en la imagen de su corset que insinúa la presencia o ausencia de una mujer. Sin embargo el romanticismo de esta pieza, toma un nuevo cariz, cuando los elementos dc esa prenda intima son segmentados en las caras posteriores por la pintora, permitiéndonos así nuevas lecturas. Dejando a nuestra imaginación la reconstrucción de la prenda y de su historia, con el creativo recurso del espejo hace que los planos de la realidad se confundan, introduce al observador al interior dc la obra y hace que su cuerpo forme parte dc la composición y dc la historia.
Los corsets nostálgicos símbolos de la voluptuosidad de la mujer, parecen escaparse de Las cajas y apoderarse delos lienzos donde quedan plasmados con rápidas pinceladas que le añaden sensación de movimiento y libertad. (En un lienzo de gran formato las flores secas de las cajas cobran vida y atrapan nuestra mirada entre las marañas de hojas y naturaleza.) En un interesante jugo de cuadrados de cálidos colores que aparentemente nos llevan a la abstracción, podemos descifrar una alucinante sucesión de imágenes que incita nuestra imaginación.
Rocío Castelo
LA OBRA DE HlLDA CAVAZOS
Por medio de una imaginación exquisitamente femenina nostálgica y delicadamente romántica, Hilda se revela en un ambiente que siente suyo, el de la 'belle époque', del art nouveau, del decadentismo simbólico, traduciéndolo e ilustrándolo en imágenes pictóricas que oscilan entre lo real y lo fantástico.
E1 tiempo se vuelve tan solo una dimensión subjetiva y anímica, sumergida en su vivencia emotiva la realidad aparece en visiones oníricas, una realidad toda suya, muy alejada de la que acostumbramos normalmente considerar "objetiva", visual y racionalmente palpable.
Visiones oníricas, que se renuevan continua y espontáneamente en su fantasía libre y desatada que busca su vivencia y la interpreta a su manera, imágenes y símbolos de una vivencia interior que aparecen y desaparecen., que se encierran en si mismas, pero que pueden entreabrirse y aparecer fugazmente al espectador.
Secretos recónditos, misterios existenciales, tormentos de un alma constreñida en una época y en un ambiente extraños, y que añoran desatarse y liberarse plenamente en otra dimensión, en otra época, pero ya imposibilitados a revivir, intentan hacerlo solo por medio de su pincel.
Toda visión es revelada con trazo seguro, perfeccionista, de línea marcadamente expresiva, en una atmósfera emotiva, dentro de composiciones tan arbitrarias y originales como los cortes y las dimensiones de sus obras.
Hilda utiliza su temática ya sea en función altamente simbólica o simplemente decorativa, según lo juzgue indispensable para sus composiciones, con la finalidad de poder expresar sus visiones con mayor explicitud y armonía: camisones con corsets a veces inmóviles, congelados en el tiempo, otras voces en movimiento, reivindicando su derecho a existir; formas vivas, palpitantes, fantasmagóricas (un leit-motiv que se repite a menudo, quizás represente un símbolo de una existencia intima), flores disecadas que obligan al recuerdo de un tiempo añorado y que el viento barrió, revelaciones de un ser con sus secretos mas celosos, de un pasado que toca incesantemente a la puerta, que no quiere ser olvidado, que logra a veces proyectarse y asomarse en el presente e inclusive en el futuro.
Figuras que, a veces, se muestran bosquejadas, sintetizadas, mientras otras veces son reducidas a lo esencial franqueando las barreras de los límites de la abstracción.
Y también todo elemento heterogéneo es utilizado para sus fines efectistas, armoniosos, contrastados: laminas, objetos de fierro, de plástico, telas con sus pliegues, sus drapeados voluptuosos y matizados, lienzos, papeles, cartones, prendas, botes, fruta...
y finalmente el color tenue o violento, evanescente o marcado, de tinte oscuro o brillante, enfatizado por los toques lumínicos, en choques contrastados o en delicadas harmonías, colocados con pincelada precisa y medida o chorreados al azar, superpuestos o yuxtapuestos.
A menudo los colores se encuentran y se mezclan revelando matices esfumados, rebosantes de efectos que revelan su belleza, exaltando su valor tímbrico en si y de por si, independientemente del dibujo, mientras en otras ocasiones se transparentan, se vuelven diáfanos para velar un recuerdo, para envolverlo en una visión misteriosamente lejana.
Giancarlo v Nacher Malvaioli
Por medio de una imaginación exquisitamente femenina nostálgica y delicadamente romántica, Hilda se revela en un ambiente que siente suyo, el de la 'belle époque', del art nouveau, del decadentismo simbólico, traduciéndolo e ilustrándolo en imágenes pictóricas que oscilan entre lo real y lo fantástico.
E1 tiempo se vuelve tan solo una dimensión subjetiva y anímica, sumergida en su vivencia emotiva la realidad aparece en visiones oníricas, una realidad toda suya, muy alejada de la que acostumbramos normalmente considerar "objetiva", visual y racionalmente palpable.
Visiones oníricas, que se renuevan continua y espontáneamente en su fantasía libre y desatada que busca su vivencia y la interpreta a su manera, imágenes y símbolos de una vivencia interior que aparecen y desaparecen., que se encierran en si mismas, pero que pueden entreabrirse y aparecer fugazmente al espectador.
Secretos recónditos, misterios existenciales, tormentos de un alma constreñida en una época y en un ambiente extraños, y que añoran desatarse y liberarse plenamente en otra dimensión, en otra época, pero ya imposibilitados a revivir, intentan hacerlo solo por medio de su pincel.
Toda visión es revelada con trazo seguro, perfeccionista, de línea marcadamente expresiva, en una atmósfera emotiva, dentro de composiciones tan arbitrarias y originales como los cortes y las dimensiones de sus obras.
Hilda utiliza su temática ya sea en función altamente simbólica o simplemente decorativa, según lo juzgue indispensable para sus composiciones, con la finalidad de poder expresar sus visiones con mayor explicitud y armonía: camisones con corsets a veces inmóviles, congelados en el tiempo, otras voces en movimiento, reivindicando su derecho a existir; formas vivas, palpitantes, fantasmagóricas (un leit-motiv que se repite a menudo, quizás represente un símbolo de una existencia intima), flores disecadas que obligan al recuerdo de un tiempo añorado y que el viento barrió, revelaciones de un ser con sus secretos mas celosos, de un pasado que toca incesantemente a la puerta, que no quiere ser olvidado, que logra a veces proyectarse y asomarse en el presente e inclusive en el futuro.
Figuras que, a veces, se muestran bosquejadas, sintetizadas, mientras otras veces son reducidas a lo esencial franqueando las barreras de los límites de la abstracción.
Y también todo elemento heterogéneo es utilizado para sus fines efectistas, armoniosos, contrastados: laminas, objetos de fierro, de plástico, telas con sus pliegues, sus drapeados voluptuosos y matizados, lienzos, papeles, cartones, prendas, botes, fruta...
y finalmente el color tenue o violento, evanescente o marcado, de tinte oscuro o brillante, enfatizado por los toques lumínicos, en choques contrastados o en delicadas harmonías, colocados con pincelada precisa y medida o chorreados al azar, superpuestos o yuxtapuestos.
A menudo los colores se encuentran y se mezclan revelando matices esfumados, rebosantes de efectos que revelan su belleza, exaltando su valor tímbrico en si y de por si, independientemente del dibujo, mientras en otras ocasiones se transparentan, se vuelven diáfanos para velar un recuerdo, para envolverlo en una visión misteriosamente lejana.
Giancarlo v Nacher Malvaioli